lunes, 1 de febrero de 2010

NUESTRO GRUPO 2009-2010

Integrantes del Club de Lectura Biblioteca José Canelo (PRFLE)

Hace unos días, como estaba acordado, nos reunimos y comentamos El guitarrista, de Luis Landero. Como sucede a veces con las obras que leemos, en esta ocasión hubo cierta unanimidad en el juicio: la novela había gustado mucho. La primera persona narrativa, el ambiente de la larga posguerra en que suceden los hechos, la presencia de unos personajes muy de aquel momento en su particular lucha por la vida, el viaje a ninguna parte de algunos de ellos, los intentos de conciliar la llamada del arte con los apremios de la pasión amorosa, las ilusiones, los fracasos, la vida bohemia... Madrid y París. De todo ello se habló. Los personajes y sus afanes resultaron familiares a gran parte de los lectores, quienes evocaron aquellos años del éxodo rural, cuando tantas familias de esta tierra y de otros lugares de la España pobre marchaban a la capital en busca del progreso. Pero tertulianas y tertulianos repararon también en el alto nivel de lengua que caracteriza a esta novela de Landero, en su calidad estilística. En ese aspecto, el escritor es un buen modelo en el uso artístico de un idioma, el nuestro, que desde hace bastantes siglos viene proporcionándonos obras de gran valor.

(La aparente repetición de la foto ocurre para que salgan las dos fotógrafas que las tiraron)

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